Jauría: los violadores normales
- Sergio M. Sánchez
- 16 nov 2024
- 4 Min. de lectura
El Teatro Español acoge en las Naves del Matadero la obra Jauría.

Durante las fiestas de San Fermín de 2016 en Pamplona, en la madrugada del 7 de julio, se produjo una violación múltiple llevada a cabo por cinco hombres, La Manada. Al encontrarse con una chica durante las fiestas de Pamplona, cinco hombres quieren acompañarla a su coche, que había sido aparcado en el extrarradio. En el camino, se cuelan en el portal de un edificio y entran. Cogen a la chica y entran en el portal. Jauría escenifica los hechos acaecidos aquella noche mediante un texto que únicamente recurre a los testimonios reales de cada uno de los perpetradores y de la víctima, no se recurre a ningún tipo de ficción y desde el principio de la representación se deja claro que todo lo que ocurre en escena ha pasado por los tribunales; el uso de los sumarios, declaraciones y transcripciones que fueron publicados en diversos medios de comunicación compuso una obra terriblemente fiel a la realidad.
«Me dijeron que siguiera adelante, que si necesitaba llorar, que llorara, que si necesitaba gritar, que gritara, que intentara hacer mi vida normal. Y fue lo que intenté»
Con un nuevo elenco y tras tan solo haber pasado cinco años desde su primer estreno en 2019, la obra de Miguel del Arco ha regresado a la escena con una gira nacional a los mandos y la dramaturgia de Jordi Casanovas. Entre los actores: Ángela Cervantes, Quim Àvila, Artur Busquets, Francesc Cuéllar, David Menéndez y Carlos Cuevas.
Algo realmente revelador que plasma la obra está recogido en uno de los testimonios de los acusados, en el que se incide en la personalidad o el carácter de uno de los miembros de La Manada. Él, entre lágrimas y ante los jueces, repitió en alto que era un chico ‘normal’, que lo sucedido era una cosa que no podía comprender y que él es una persona normal, y esto es muy importante. Este tipo de actos son llevados a cabo por hombres normales, se suele caer en la terminología del ‘este es un enfermo’ o ‘no se puede estar bien de la cabeza para hacer algo así’, pero esa es la cuestión, los cinco hombres que realizaron aquella violación en grupo eran personas normales. Dos de ellos, cabe recalcar, pertenecían a un puesto de servicio público siendo uno militar y el otro policía, es decir, ni el sentido común ni el deber cívico ni ningún orden moral o social está exento de cometer atrocidades. No eran enfermos mentales, a pesar de que tuvieran un grupo en el que conversaran y se comunicaran mensajes machistas y compartieran vídeos de anteriores ‘hazañas’ a la que desató el juicio, ni necesitan una terapia especial. Fueron condenados a quince años de prisión, el juicio tuvo su sentencia a 21 de junio de 2019, lo cual quiere decir que ya han cumplido más de un tercio de la condena y cuando salgan seguirán siendo los mismos hombres normales que cuando habían entrado, salvo que una violación en grupo, habiendo sido condenados por agresión sexual con trato vejatorio, afortunadamente no es lo normal. Lo cual significa que un acto fuera de lo común que quizá se pueda escapar de las reglas que establecen la norma sí puede ser cometido por alguien aparentemente común.

Al salir del teatro queda un sentimiento vacío, una náusea constante y el irremediable valor aséptico de los juicios que arrebata de cualquier sentimiento la causa que mueve la obra. No queda otra salida que caminar en silencio, aunque hayas ido acompañado al teatro, durante los siguientes minutos, admirar cierto cinismo en algunos compañeros de butaca y confundirse con la mezcla que producen la alegría de los actores al final de un estreno, celebrando su triunfo escenográfico con familiares y allegados, y la profunda arcada que se sufre en el interior.
Otras reflexiones surgen y a raíz de ver Jauría son realmente palpables en el momento presente, con los casos más notorios de los últimos años como pueden ser el del futbolista Dani Alves, o el más reciente todavía del político Íñigo Errejón lo cual escapa de la perspectiva de sucesos extraños y alejados de la vida común sino que se sitúa como un problema de la sociedad en general. La obra retrata algo que ocurrió hace ya casi nueve años, lo cual, al ver que sigue siendo una representación que respira y en escena consigue transmitir todo lo que significó aquel suceso, es algo a tener en cuenta en el momento actual. La razón entonces para volver a representar esta obra ha sido de tomar distancia de los hechos, y el propio Miguel del Arco ha reconocido haber introducido algún pequeño cambio en relación a este distanciamiento que ahora sí existe respecto a lo que fue en su momento La Manada. Jordi Casanovas consigue aportar un mayor significado e incluso una componente de belleza en la transmisión de las ideas gracias a la coreografía de movimientos y todo el lenguaje corporal que participa como un elemento más.
Jauría destacó en 2019 ganando el Premio Max 2020 a Mejor Espectáculo Teatral y XVI Premio Cultura Contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad. Ahora está siendo representada en Madrid hasta el 24 de noviembre en las Naves del Español, y si hay una obra a la que merece dedicar una rápida hora y media que dura su escena es esta.
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